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✨ Libro ✨ El enemigo está adentro✨ 
La batalla más difícil no es contra el mundo… es contra tu propia mente.
Autor: Juan Manuel De Castro (Wolf)


Capítulo 1 — El vacío y sus disfrases



Creo que la vida es bella, pero no se vuelve bella sola. Hay que encontrarle un sentido.
Y el problema no es que la vida sea difícil. El problema es que muchas personas viven sin sentido y no saben cómo nombrarlo. Solo sienten un hueco.

Ese hueco se disfraza.
A veces aparece como ansiedad.
A veces como una tristeza sin motivo.
A veces como una necesidad urgente de que “pase algo” para sentirse vivo.

Entonces buscamos afuera.

Algunos buscan una pareja. Otros un logro. Otros se compran cosas. Otros se llenan la agenda. Y muchos —muchísimos— deciden tener un hijo. No por maldad. No por egoísmo. Sino por desesperación silenciosa: porque el vacío duele y cualquier cosa que lo tape parece salvación.

Y sí: funciona… por un tiempo.

Porque un hijo te da propósito inmediato. Te obliga a levantarte. Te da una razón. Te devuelve una emoción fuerte: amor, responsabilidad, identidad.
Pero si el sentido no nació adentro tuyo, si solo lo colgaste de algo externo, el vacío vuelve cuando baja la espuma.

Y cuando vuelve, vuelve peor.
Porque ahora no solo estás vacío: también estás cansado. Y encima te sentís culpable por sentirte mal “teniendo todo”.

Acá aparece una verdad que cuesta aceptar:

El verdadero enemigo está dentro de uno.

No es el mundo. No es tu ex. No es tu jefe. No es tu infancia. No es la economía. Todo eso influye, sí. Pero el enemigo real es esa parte interna que te sabotea, que te miente, que te convence de que si conseguís “eso” recién ahí vas a estar bien.

Ese enemigo tiene frases favoritas:

“Cuando tenga pareja voy a ser feliz.”
“Cuando me vaya de acá voy a estar en paz.”
“Cuando tenga plata se me pasa.”
“Cuando logre X voy a sentirme suficiente.”

Y la trampa es que a veces lo conseguís… y no pasa nada.

Duele.
Porque te das cuenta de algo incómodo: no era eso.

Ahí es donde mucha gente se rinde. No porque sea débil, sino porque no entiende qué hacer con ese silencio. Con esa sensación de haber corrido y seguir en el mismo lugar.

Pero ese momento, aunque parezca oscuro, es oro.
Porque es el comienzo de la libertad.

La vida no premia al que más quiere.
Premia al que resiste sin perderse.

Y resistir no es aguantar con la mandíbula apretada. Resistir es seguir caminando aunque no haya aplauso, aunque no haya resultados visibles, aunque el mundo te diga que vas tarde.

Porque el reloj que importa no es el del mundo.
Es el reloj de tu alma.

A veces vas a pensar:
—¿Y si no lo logro?

Y yo te respondo:
Sí lo vas a lograr.

—¿Y si nunca llega?

Todo llega.

—¿Y si estoy perdiendo el tiempo?

No estás perdiendo el tiempo. Estás creciendo.

—Ya hice todo. Ya no sé qué más hacer.

Y acá viene otra verdad:
Estás tan enfocado en el resultado que no ves lo que ya cambió dentro de vos.

El sentido no se encuentra de golpe. Se construye.
Y se construye con una decisión simple, repetida muchas veces:

Dejar de buscar afuera lo que solo se fabrica adentro.

Ejercicio (2 minutos):
Escribí en una frase qué “cosa externa” estás usando hoy como salvación (persona, meta, plan, hijo, cambio). Luego completá:

“Si eso no aparece, igual puedo…”
“Lo que necesito aprender de mí ahora es…”

Guardalo. No para sentirte bien hoy. Para empezar a decirte la verdad.


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