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✨ Libro ✨ El enemigo está adentro✨ 
La batalla más difícil no es contra el mundo… es contra tu propia mente.
Autor: Juan Manuel De Castro (Wolf)

✨ CAPÍTULO 15 — Amor, pareja y “colectivos”


Las relaciones humanas tienen una lógica extraña, casi irónica:

cuando estamos afuera de una relación, queremos entrar.

Y cuando estamos adentro, muchas veces queremos salir.

Por eso se dice que las parejas son como los colectivos:

**los que están abajo quieren subir…

y los que están arriba quieren bajar.**

¿Por qué pasa esto?

Porque las relaciones no solo activan nuestro amor.

También activan nuestras heridas.

El amor es hermoso.

Las heridas no tanto.

Pero vienen juntas.


Cuando estamos afuera, idealizamos

Desde afuera todo parece fácil:

“Con pareja estaría mejor.”

“Si alguien me amara, estaría más completo.”

“Si tuviera a alguien, no estaría tan solo.”

“Si me eligieran, ya no me sentiría vacío.”

La mente toma el amor y lo pinta como solución universal:

el antídoto contra la soledad, la ansiedad, el vacío, la incertidumbre.

Pero eso no es amor.

Eso es necesidad disfrazada.

El amor real no es anestesia emocional.

El amor real es un vínculo entre dos personas completas, no entre dos huecos que intentan llenarse.

Cuando estás afuera de una relación, idealizás lo que creés que te falta.

Pero lo que te falta no es alguien.

Es vos.


Cuando estamos adentro, aparecen las sombras

Entrar a una relación despierta partes tuyas que estaban dormidas:

  • miedo al abandono

  • miedo a no ser suficiente

  • miedo a perder libertad

  • miedo a ser visto realmente

  • necesidad de controlar

  • inseguridades viejas

  • heridas de infancia

El amor no las crea: las revela.

Por eso muchas personas, cuando están adentro de un vínculo, sienten ganas de bajar del colectivo.

No porque no amen al otro.

Sino porque no saben qué hacer con lo que el vínculo las muestra de sí mismas.

El amor no es el problema.

El espejo que trae el amor… ese sí puede incomodar.

La relación no te hace feliz: revela si ya lo eras

Nadie se salva por estar en pareja.

Nadie se completa por estar acompañado.

Nadie se ordena emocionalmente solo por tener a alguien al lado.

Una pareja no te cambia la vida si vos no estás cambiando por dentro.

Una pareja no te cura si vos no estás sanando.

Una pareja no te sostiene si vos no sabés sostenerte.

La relación amplifica tu estado interno.

Si vibrás en carencia, la relación te va a parecer insuficiente.

Si vibrás en miedo, vas a ver amenazas en cada detalle.

Si vibrás en vacío, vas a exigir al otro que te llene.

Si vibrás en dependencia, vas a perderte para no perder al otro.

Si vibrás en abundancia emocional, vas a amar sin miedo.

El amor muestra.

El amor revela.

El amor expone.

Y eso es parte de su magia… y de su dificultad.

Por qué queremos bajar cuando estamos arriba

Queremos bajar porque en una relación:

  • perdemos control

  • quedamos vulnerables

  • alguien puede lastimarnos

  • alguien puede ver quién somos de verdad

  • no podemos esconder heridas tan fácilmente

  • nuestras expectativas chocan con la realidad

  • aparece la incomodidad natural del crecimiento

Cuando estás a punto de sanar algo profundo, querés huir.

Cuando alguien se acerca demasiado, querés distancia.

Cuando un vínculo te pide madurez, querés volver a tus patrones viejos.

Es el enemigo interno diciendo:

“Esto es peligroso. Volvé a lo que conocés.”

Pero lo que conocés no siempre te hace bien.

El amor adulto no es un colectivo: es un camino a pie

El amor inmaduro sube y baja, idealiza y se decepciona, corre y huye.

El amor adulto avanza paso a paso.

El amor adulto no busca magia: busca verdad.

No busca intensidad constante: busca estabilidad emocional.

No busca que el otro lo salve: busca caminar al lado.

El amor adulto es simple:

dos personas que se eligen, se conocen, se cuidan, se dicen la verdad, se acompañan sin perderse.

El amor maduro no te sube ni te baja: te acompaña.

No necesitás una pareja; necesitás una identidad

El secreto no está en conseguir a alguien.

El secreto está en convertirte en alguien:

  • que sabe estar solo

  • que no depende para sentirse valioso

  • que conoce su herida

  • que sabe regular sus emociones

  • que ama sin perderse

  • que elige desde la abundancia, no desde el miedo

  • que vibra alto y atrae vínculos sanos

Una identidad fuerte genera relaciones fuertes.

Una identidad rota genera relaciones rotas.

El verdadero amor empieza con vos

Cuando te elegís, atraés personas que te eligen.

Cuando te respetás, atraés gente que te respeta.

Cuando ponés límites, atraés vínculos que los honran.

Cuando te ordenás internamente, tu vida afectiva se ordena sola.

El amor no es una meta:

es un reflejo.

Las parejas que llegan son espejos de tu estado interno.

Ejercicio (2 minutos): Tu patrón afectivo

  1. Completá:

    “En mis relaciones, yo tiendo a…” (idealizar, huir, necesitar, complacer, controlar, evitar)

  2. Preguntate:

  • ¿Qué herida intenta proteger este patrón?

  • ¿Qué miedo aparece cuando me acerco a alguien?

  • ¿Qué necesitaría mi versión más sana en una relación?

  1. Cerrá con esta frase:

“No busco salvarme en el amor: busco compartir mi vida desde mi centro.”

Frases memorables del capítulo

  • “El amor revela lo que la soledad oculta.”

  • “No querés una pareja: querés una versión de vos que pueda sostener el amor.”

  • “Las relaciones no te completan: te muestran dónde aún no estás entero.”

  • “Cuando estás afuera idealizás; cuando estás adentro enfrentás.”

  • “El amor maduro no te sube ni te baja: te acompaña.”


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