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Luces del Alma

Reflexiones para volver a vos
Autor: Juan Manuel De Castro (El Vikingo)


📖 CAPÍTULO 3 — Volver a escuchar a Dios

Hay etapas de la vida en las que sentimos que Dios no existe o que existe pero está lejos.

Como si hubiera dejado de hablar.

Como si las señales se hubieran apagado.

Como si nosotros mismos hubiéramos perdido la antena.

Pero con el tiempo descubrimos algo importante:

Dios no se va. Somos nosotros quienes a veces dejamos de escuchar.

La vida moderna nos llena la cabeza de obligaciones, pantallas, conversaciones rápidas, urgencias inventadas.

Y entre todo eso… la voz interior, la voz de la fe, la voz de lo sagrado… queda tapada.

Pero nunca desaparece.

Simplemente espera.

Es paciente.

Es suave.

Y en el momento justo, vuelve a hacerse presente.

O mejor dicho:

vos volvés a abrirte para escucharla.



🌿 Cuando no escuchás, no significa que no esté

Hay un error común:

confundir silencio con ausencia.

Muchas personas sienten que si Dios no responde rápido, es porque no está.

Pero esa idea nace del miedo, no de la verdad.

A veces la vida nos toca momentos donde no vemos claridad.

Dónde lo que antes nos guiaba, ahora parece apagado.

Dónde lo que era obvio, ahora se vuelve confuso.

Dónde lo que tenía sentido, ahora se siente vacío.

Y es en esos momentos donde surge la sensación de distancia.

Pero la ausencia que sentimos no es de Dios.

Es nuestra.

Es el ruido, es el cansancio, es la desconexión interior.

La presencia sigue ahí, pero estamos mirando para otro lado.



🌙 Dios habla de muchas maneras… y casi nunca como esperamos

La mayoría de las veces, esperamos que Dios hable con grandeza.

Con señales enormes.

Con respuestas claras.

Con certezas inmediatas.

Pero la realidad espiritual es más simple, más delicada, y quizás más humana de lo que creemos.

Dios habla en cosas pequeñas:

  • En una frase que te dice alguien sin saber que la necesitabas.

  • En un pensamiento que aparece de repente y te da paz.

  • En un recuerdo que vuelve para enseñarte algo.

  • En una idea que te guía sin obligarte.

  • En una sensación cálida que te abraza por dentro.

  • En ese “algo” que te dice que no estás solo.

Dios no necesita ruido para hacerse presente.

Necesita espacio.

Y cuando le das ese espacio, la vida empieza a acomodarse de una manera que no siempre entendés, pero sí sentís.



🔎 Escuchar a Dios no es oír una voz: es reconocer una dirección

Muchas personas creen que “escuchar a Dios” significa oír palabras claras.

Pero no es así.

Escuchar a Dios es sentir orientación.

Es percibir un movimiento interior.

Es notar que algo dentro tuyo dice:

"Por acá sí."

"Por acá no."

No es magia.

No es adivinación.

No es superstición.

Es sensibilidad.

Es apertura.

Es confianza.

Cuando uno vuelve a escuchar a Dios, no recibe instrucciones detalladas.

Recibe claridad emocional.

Luz en el camino justo delante del próximo paso.

Y eso suele ser suficiente.



✨ Cómo volver a escucharlo

No hace falta hacer rituales complejos.

No hace falta retirarse del mundo.

Ni cambiar de vida de un día para otro.

Volver a escuchar a Dios es más simple y más humano:

1. Bajás el ritmo.

Porque la velocidad bloquea la sensibilidad.

2. Te sincerás con vos mismo.

La verdad interior abre la puerta a la verdad espiritual.

3. Soltás el control absoluto.

A veces Dios habla cuando dejamos de exigir respuestas instantáneas.

4. Escuchás tu intuición.

La intuición es muchas veces la forma más suave en la que se manifiesta lo divino.

5. Aceptás que no todo se entiende, pero todo se siente.

La fe no es lógica perfecta. Es confianza profunda.



🌅 Cuando volvés a escuchar, la vida cambia su música

No cambian los problemas.

No cambian las personas.

No cambia el mundo.

Cambiás vos.

Y al cambiar vos, todo comienza a sonar diferente.

Volver a escuchar a Dios es volver a escucharte.

Es volver a tu centro.

A tu verdad.

A tu camino.

Y desde ahí, todo lo que parecía complicado empieza a ordenarse.

Las dudas pesan menos.

Las cargas duelen menos.

El futuro asusta menos.

Porque no importa tanto lo que viene,

sino con quién lo caminás.

Y cuando volvés a sentir que no caminás solo,

la vida recupera su sentido.


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